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MODELO PEDAGOGICO

Luego de revisar los modelos pedagógicos conocidos y aplicados por los docentes de la Institución se propuso que el modelo pedagógico que orientará el proceso enseñanza aprendizaje, las prácticas pedagógicas y la aplicación del proyecto Educativo Institucional (PEI) “Educación Académica y en valores” es el Modelo Constructivista.

Este modelo pretende la formación de personas como sujetos activos, capaces de tomar decisiones y emitir juicios de valor, lo que implica la participación activa de profesores y alumnos que interactúan en el desarrollo de la clase para construir, crear, facilitar, liberar, preguntar, criticar y reflexionar sobre la comprensión de las estructuras profundas del conocimiento. El eje de este modelo es el aprender haciendo, en donde el maestro es un facilitador que contribuye al desarrollo de capacidades de los estudiantes para pensar, idear, crear y reflexionar. El objetivo de este modelo es desarrollar las habilidades del pensamiento de los jóvenes de modo que ellos puedan progresar, evolucionar secuencialmente en las estructuras cognitivas para acceder a conocimientos cada vez más elaborados.

El modelo constructivista ha provocado un cambio en la concepción de los procesos de enseñanza- aprendizaje, al decantarse por una visión de la educación en la que se valora la acción del alumno para alcanzar los objetivos formativos por medio de la comprensión, y no de la simple memorización sin sentido. Ello se concreta en el llamado Aprendizaje Significativo (Ausubel, Novak). Este tipo de aprendizaje precisa primeramente partir del nivel del alumnado, teniendo en cuenta tanto su desarrollo evolutivo como sus conocimientos previos, y en segundo lugar debemos dotar al contenido de una lógica que facilite la adquisición por parte del alumnado. Obtenemos así la significatividad psicológica y la significatividad lógica, que junto a la motivación, son los tres requisitos del aprendizaje significativo. Para alcanzar la mencionada motivación, debemos procurar que los contenidos se encuentren conectados con los intereses del alumno, para lo cual es importante que resulten funcionales, es decir, que el alumnado vea su utilidad en la práctica, tanto por sí mismos como en prerrequisitos futuros. Estamos por lo tanto, promoviendo el aprendizaje desde la situación real del alumno, siendo una educación adaptada a sus características. Además, debemos preparar al alumnado para que logre este aprendizaje significativo cada vez de forma más autónoma, por lo que un principio fundamental sería el “aprender a aprender”. Por ello, como señala Pozo (2006): “Si queremos cambiar la forma de aprender de nuestro alumnado, debemos modificar también la forma en la que les enseñamos”.

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